Vender una casa puede ser un proceso complejo y, a veces, frustrante. Sin embargo, lo que resulta aún más sorprendente es ver cómo algunos propietarios parecen hacer todo lo posible para que su vivienda no se venda. Desde precios irreales hasta exigencias fuera de lugar, es habitual encontrarse con anuncios que parecen más una broma que una oferta seria.
¿De verdad quieren vender su casa o simplemente disfrutan viendo cómo pasa el tiempo sin recibir una oferta?
La compraventa de viviendas es un mercado que funciona con reglas bastante claras y marcadas: el precio debe ser competitivo, la presentación debe ser atractiva y las condiciones razonables.
No obstante, algunos vendedores parecen ignorar estas normas básicas y, sin darse cuenta, ahuyentan a cualquier posible comprador.
Un precio fuera de toda lógica
InmoSuma, expertos en la venta de viviendas con estrategias de marketing avanzadas y tecnología punta, nos dicen que uno de los errores más comunes al intentar vender una vivienda es fijar un precio que parece sacado de una realidad paralela. No es raro encontrarse con anuncios donde el propietario pide una cantidad que supera en un 20, 30 o incluso un 50 % el valor medio de propiedades similares en la misma zona.
¿La justificación? «Es que mi casa es especial» o «Tiene un valor sentimental». Pero, seamos sinceros: a los compradores no les interesa si allí celebraste tu cumpleaños número 40 o si fue tu primer hogar. Ellos buscan una vivienda a precio de mercado, basada en criterios objetivos como la ubicación, los metros cuadrados, el estado de conservación y las prestaciones que ofrece.
Cuando una casa tiene un precio desorbitado, permanece meses o incluso años en el mercado sin recibir ni una sola oferta seria. Y mientras, su dueño insiste en que «la gente no sabe valorar lo que tiene delante».
Si de verdad quieres vender, escucha a estos profesionales: “Un precio demasiado alto puede disuadir a los compradores potenciales, mientras que un precio demasiado bajo puede hacer que pierdas dinero. Realiza una evaluación de mercado o consulta con un agente inmobiliario para fijar un precio adecuado”.
Fotografías que espantan a los compradores
Si el precio es lo primero que llama la atención, las fotografías son el gancho que despierta el interés. Por eso es sorprendente ver anuncios donde las imágenes parecen sacadas de una película de terror: habitaciones desordenadas, camas sin hacer, baños con toallas húmedas colgadas y cocinas que muestran platos sucios amontonados en el fregadero.
¿De verdad alguien piensa que así va a enamorar a un comprador? Una buena presentación es fundamental, y no hace falta contratar a un fotógrafo profesional, pero sí cuidar los detalles. Basta con ordenar, limpiar y asegurarse de que la casa está bien iluminada.
Abre las cortinas, enciende las luces necesarias y revisa que cada rincón transmita una sensación de hogar acogedor. Porque una imagen no solo vale más que mil palabras: en el mercado inmobiliario, puede ser la diferencia entre una visita interesada y un clic para pasar al siguiente anuncio.
Dedica tiempo a las fotos: tu vivienda y tu bolsillo te lo agradecerán.
Exigencias absurdas a los compradores
Uno de los obstáculos más habituales al intentar vender una vivienda es imponer condiciones que parecen más una broma que una estrategia de venta. Por ejemplo, anuncios que dicen: «Solo se aceptan visitas los martes de 9:00 a 10:00» o «Se vende solo si el comprador acepta quedarse con los muebles antiguos».
Estas restricciones no solo limitan las posibilidades de encontrar un comprador, sino que generan frustración en quienes buscan una vivienda. Vender una casa implica ser flexible, entender que el comprador quiere ver el inmueble cuando le convenga y sentirse libre de tomar decisiones sobre el mobiliario.
Otro error frecuente es imponer condiciones financieras desorbitadas: «Solo se vende a quien pague al contado» o «No se aceptan ofertas por debajo del precio publicado». Estas exigencias no solo espantan a potenciales compradores, sino que también transmiten una sensación de rigidez y falta de disposición a negociar. La compraventa de una vivienda es, en esencia, una negociación, y si los vendedores no muestran apertura, lo único que conseguirán será ver su anuncio languidecer sin respuestas.
Ser flexible y razonable no significa regalar la casa ni aceptar cualquier oferta. Significa facilitar el proceso, adaptarse a las circunstancias del mercado y comprender que, en una operación tan importante, el diálogo es una herramienta imprescindible.
Un vendedor NADA simpático
Cuando se trata de vender una propiedad, la actitud del vendedor es un factor determinante. Desafortunadamente, no es raro encontrarse con propietarios que parecen más interesados en que los compradores desaparezcan que en hacer una venta exitosa. Este tipo de comportamiento, más que ayudar, lo único que logra es espantar a cualquier posible interesado.
Un vendedor nada simpático puede adoptar muchas formas: desde responder con indiferencia y desdén, hasta rechazar cualquier intento de negociación o contacto. La falta de cordialidad y profesionalismo se nota de inmediato, y aunque algunos creen que ser rígido o distante les da poder, la realidad es que solo generan una atmósfera negativa que hace que los compradores se alejen rápidamente.
Además, la falta de comunicación o la imposición de condiciones poco razonables solo aumenta la frustración. Los compradores esperan transparencia, respeto y disposición para dialogar. Si un vendedor no está dispuesto a mantener una actitud abierta y colaborativa, las probabilidades de cerrar un trato exitoso disminuyen considerablemente.
En el mercado inmobiliario, como en cualquier otro, la amabilidad y el trato profesional marcan la diferencia. Ser accesible y cercano es clave para generar confianza y, en última instancia, lograr la venta.
Anuncios que dan vergüenza ajena
Un buen anuncio inmobiliario debe ser como una carta de presentación: claro, profesional y lleno de información útil. Sin embargo, es sorprendentemente común encontrar descripciones que parecen escritas con prisas y sin pensar en el lector. Mensajes como «¡Piso guapísimo! Oportunidad única» o «Casa de ensueño, corre, que vuela» no transmiten confianza ni despiertan interés real. Y si a esto le sumamos faltas de ortografía, datos incorrectos o explicaciones confusas, el resultado es un anuncio que provoca más risa que visitas.
Para atraer a los compradores adecuados, es fundamental ofrecer una descripción detallada y precisa. ¿Cuántas habitaciones tiene? ¿Cuántos metros cuadrados? ¿Cuál es su orientación? ¿Cuenta con extras como garaje, trastero o piscina? Estos detalles son los que realmente importan a quien busca una vivienda. Adornar el texto con frases vacías o intentar llamar la atención con palabras exageradas solo genera desconfianza.
Además, una redacción cuidada y profesional transmite seriedad y respeto hacia el posible comprador. Si quieres vender tu casa, no basta con decir que es «única y maravillosa»; hay que demostrarlo con hechos, datos y, sobre todo, un anuncio que inspire confianza y profesionalidad.
Viviendas que parecen abandonadas
Las visitas presenciales son un momento decisivo en el proceso de venta de una vivienda. Es sorprendente cómo algunos propietarios descuidan este aspecto, permitiendo que los compradores se encuentren con paredes sucias, muebles rotos o, peor aún, un olor desagradable que impregna cada rincón. Nadie quiere invertir en una casa que parece abandonada o transmite una sensación de dejadez. La primera impresión es crucial: si es negativa, será muy complicado revertirla, por mucho que la propiedad tenga otras virtudes.
Preparar una vivienda para las visitas no requiere una gran inversión ni esfuerzos desmedidos. Basta con realizar una limpieza profunda, ventilar bien los espacios, reparar esos pequeños desperfectos que llevan años ignorados y asegurarse de que todo luzca ordenado y cuidado. Además, pequeños detalles como colocar flores frescas, usar una iluminación cálida o mantener una temperatura agradable pueden marcar una gran diferencia.
No se trata de ocultar defectos, sino de resaltar el verdadero potencial del hogar. Recuerda: quien visita tu casa debe poder imaginarse viviendo allí, y eso solo se consigue ofreciendo una imagen acogedora y cuidada.
Falta de disponibilidad y nula comunicación
Otro error que puede frustrar la venta de una vivienda es la falta de disponibilidad y la mala comunicación del propietario. Respuestas como «Llame después de las seis», «No atiendo mensajes» o «Solo respondo correos electrónicos» desaniman a los compradores. Si pones trabas al contacto, estarás cerrando la puerta a posibles interesados sin siquiera darte cuenta.
Facilita la comunicación con los compradores. Responde con rapidez, atiende las llamadas y mensajes en horarios razonables y manten una actitud cordial y colaborativa para generar confianza.
Vender una casa es, al fin y al cabo, una transacción entre personas. Un trato amable, una comunicación fluida y una disposición a negociar no solo facilitarán el proceso, sino que aumentarán las posibilidades de cerrar una venta con éxito.
Por favor, haz bien las cosas
Vender una casa requiere cierto sentido común
Quien realmente quiera vender su casa debe demostrarlo con hechos, no solo con palabras. Si el objetivo es atraer a compradores interesados, es fundamental evitar estas actitudes que parecen más una broma que una estrategia de venta.
En el mercado inmobiliario, como en cualquier otro, el esfuerzo y el sentido común marcan la diferencia entre el éxito y el fracaso.