Para que las empresas tengan ese clima de certidumbre que es tan necesario para que desarrollen su actividad con plenas garantías de crecimiento, está claro que deben tener el apoyo de las entidades financieras. Si no es así, está claro que todo pende mucho más de un hilo de lo que pendería si los bancos y demás entidades especializadas en finanzas y dinero mostraran a esas empresas el apoyo que se merecen. Es evidente que una empresa, especialmente si es de un tamaño pequeño o mediano, necesita impulsos de diversos tipos para crecer y generar los beneficios sociales y económicos que se presupone para una entidad de su naturaleza.
Esa relación que se genera entre una empresa pequeña o mediana y la entidad financiera muchas veces es injusta porque la segunda puede aprovecharse de las necesidades de la primera en determinados momentos. El ofrecimiento de un determinado servicio financiero tiene que estar sujeto a una serie de normas y, en muchas ocasiones, esas normas tienden a no cumplirse por parte de esos bancos que ofrecen esos productos. No cabe la menor duda de que, si eso se produce, hay que procurar denunciarlo y ponerse en manos de los y las profesionales de la abogacía que estén especializados en asuntos como estos.
En una noticia que fue publicada en la página web del diario El País, en concreto en su sección Cinco Días, se aseguró que las reclamaciones al Banco de España por problemas derivados de productos bancarios se dispararon en un 61% en el año 2021. En total, los bancos tuvieron que devolver a los clientes un total de 4 millones de euros, la cifra más alta de la última década, lo que viene a poner de manifiesto el hecho de que las malas prácticas de los bancos han crecido y que hay que tener más cuidado que nunca para procurar apostar por lo que realmente merece la pena y no por un servicio que nos vaya a dar más problemas que beneficios.
Las relaciones con los bancos se han convertido en un verdadero quebradero de cabeza para las empresas que les necesitan. Es una realidad que no podemos negar y que nos han confirmado desde el Bufete Albanés, cuyos profesionales han experimentado un aumento de la necesidad de las empresas por obtener protección ante este tipo de situaciones. Obtener la certidumbre necesaria para trabajar con el impulso que se requiere para generar beneficios es algo que todas las empresas requieren y es algo que en España no se ha terminado de producir en todos los casos.
Está claro que una empresa que no cumpla o no pueda cumplir con los requisitos que las entidades financieras necesitan ver cumplir para ofrecer uno de sus servicios no tiene la posibilidad de que una reclamación le salga favorable en un litigio, pero en muchas ocasiones se da el caso de que, a pesar de cumplir con todas y cada una de las obligaciones de esas entidades financieras, muchas empresas no obtienen ese servicio que tanto necesitan. Es ahí donde se genera el problema legal y es ahí donde las entidades que han confiado en esos bancos tienen posibilidades de victoria en un juicio.
¿Qué consecuencias tiene no poder confiar en una entidad financiera?
No poder confiar en una entidad financiera tiene una serie de consecuencias para las empresas de un tamaño mediano o pequeño. La primera de ellas es la que está relacionada con la liquidez que pueden asumir esas empresas. Si no se puede confiar en un banco, está claro que no se puede tener acceso a un medio de financiación que resulta de gran importancia, por lo tanto la capacidad para acometer inversiones se rebaja de una manera muy importante y la capacidad de crecimiento se limita.
Es evidente que hay muchas otras cosas que pueden salir mal en lo que tiene que ver con la financiación. Está claro que hay bancos que ofrecen créditos y préstamos a un interés desorbitado y que terminan generando una serie de obligaciones desmesuradas a las empresas. Hay condiciones de las que se proponen en este tipo de acuerdos que rozan los límites de la legalidad y que, desde luego, pueden ser objeto de una reclamación, motivo por el cual está creciendo el número de litigios relacionados con estos asuntos en España.
Estamos seguros de que va a seguir habiendo problemas con todo lo que rodea a la financiación de las empresas en España. No es fácil dirigir una empresa sabiendo que el apoyo que nos puede prestar un banco es muy limitado y que incluso, en ocasiones, puede ni siquiera ajustarse a las leyes vigentes que existen en el país o en alguna de sus comunidades autónomas. Ojalá que todas las empresas tengan la posibilidad de defenderse ante ese tipo de cosas. Es clave para que nuestra economía siga al alza.