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El gasto medio en lotería mide nuestra economía

Hay muchas cosas que, a lo largo de nuestra vida, nos permiten ilusionarnos. Si la ilusión es la base de toda existencia. ¿Os imagináis una vida en la que no hubiera motivo alguno por el cual estar ilusionados? La verdad es que todo sería un poco más triste. Habría menos razones para sonreír y los días pasarían de una manera mucho más infeliz para todos y para todas. Hay que tener proyectos y pequeñas cosas que nos hagan levantar el ánimo y que supongan razones para enfrentarnos a la rutina de cada día.

Cada cual puede ilusionarse con lo que quiera. Hay gente que tiene ilusión por el amor, por ganar dinero, por compartir momentos con su familia o sus amigos. También hay quienes tienen ilusiones ligadas al deporte, a la música o a la literatura. Todas son respetables y compartidas por miles de personas. Ocurre lo mismo con quienes se ilusionan con cualquier sorteo de la lotería, que es precisamente el tema central del que vamos a hablar en los párrafos que siguen a continuación. Teniendo en cuenta que ganar uno de esos sorteos nos convierte la vida en algo mucho más fácil, la ilusión se entiende al cien por cien.

Hay miles y miles de personas que juegan a la lotería cada día. No solo están aquellas que participan en El Gordo, que es el sorteo de sorteos, por así decirlo. Hay personas para las que la lotería es algo diario y no solo cosa de una vez al año. Y es que, si de ilusiones se vive, es mejor que permanezcamos permanentemente ilusionados con la lotería diaria a que solo nos ilusionemos durante un pequeño rato de la mañana del 22 de diciembre de cada año. ¿No os daría pena que esos momentos de vértigo, que esas cosquillas en el estómago, duraran apenas unos pocos minutos cada año?

Afortunadamente, hay loterías de todo tipo en un país como el nuestro. La página web RTVE hizo, en un pequeño reportaje, una clasificación de los que entiende que son los cinco más relevantes de todos cuantos se celebran en el interior de nuestras fronteras:

  • La Bonoloto, junto con la Primitiva y la Lotería Nacional, son los más habituales entre aquellas personas que viven permanentemente ilusionadas con cazar algún premio importante.
  • La Quiniela es la más interesante para los amantes del fútbol. También es la que contiene menos azar, puesto que depende más de la intuición que tengamos al respecto de los partidos y equipos que juegan en un fin de semana que de un sorteo puro.
  • Finalmente, la Lotería de Navidad es quizá la que más prensa tiene y de la que más se habla en los bares, las casas particulares y las calles. Es todo un evento que se prepara durante todo el año.

El gasto en ocio siempre ha sido un barómetro perfecto para medir cómo de sanan se encuentran las economías de las diferentes familias dentro de un país o de una zona geográfica determinada. Y el gasto en jugar a la lotería, más concretamente, es el barómetro perfecto para ello. Después de unos años en los que la crisis iniciada en 2008 y posteriormente la del coronavirus han hecho mella en la cantidad de décimos jugados por la gente de cara al Gordo, en 2022 ya se ha empezado a notar un aumento de la inversión de las familias en este sorteo. Y es que, según nos cuentan desde Lotería La Piedad, ha vuelto la ilusión.

Una tendencia que hay que avivar todavía más 

Hay que seguir promoviendo una mejora en los datos relativos a los sorteos ligados a la lotería. La verdad es que, de cara a este 2023, y teniendo en cuenta que los datos del 2022 ya han sido bastante buenos, ese crecimiento va a estar complicado conseguirlo. Pero hay argumentos más que de sobra para hacerlo posible y real como la vida misma. Y es que, aunque nunca nos haya tocado nada en un sorteo, la ilusión de la que podemos presumir antes de que empiece el sorteo siguiente nadie nos la puede arrebatar. Y ya sabéis que, en cualquier momento, puede sonar la flauta…

Está claro que jugar a la lotería muchas veces es la mejor manera de combatir todos los problemas y malas noticias que recibimos durante el día a día. Y lo cierto es que este tipo de juegos consiguen sus propósitos con una suficiencia mucho más grande de la que nos podríamos llegar a imaginar. Ni que decir tiene que hay que jugar siempre con responsabilidad y en la medida en la que nos sea posible para que el juego no sea nada más que eso, un juego. Todo lo que no sea así no irá en favor de nuestros intereses… ni en el de todos aquellos que nos rodean.

 

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